La Asociación Latinoamericana del Tórax celebró en julio el 8voº Congreso ALAT. En el evento llevado a cabo en Montevideo, Uruguay, se analizó el estado actual del control de la enfermedad asmática en la región latinoamericana.
Los resultados del estudio AIRLA publicados en 2005 (1) mostraron que en América latina sólo el 2.4% de los asmáticos estaba adecuadamente controlado según los criterios GINA. (1)
La percepción subjetiva del control de los síntomas del asma por parte de los pacientes mostró que el 63% de los que padecían asma persistente leve, el 49% de los sujetos con asma persistente moderado y el 26% de los que padecían asma persistente severo consideraban que sus síntomas estaban bien, o totalmente controlados.
En adultos, el 56% experimentaba síntomas diurnos, el 54% síntomas nocturnos y el 39% tenía interrupciones del sueño. Las cifras en niños fueron similares: 57%, 47% y 34%, respectivamente.
Las exacerbaciones —que representaron el 60% de los costos relacionados con el asma— afectaron al 52% y al 69% de adultos y niños, respectivamente.
En 2004, el 20% de los adultos y el 23% de los niños fueron hospitalizados debido al asma; el 37% y el 53%, respectivamente, habían visitado un servicio de emergencias; y el 44% y el 59%, respectivamente, habían realizado visitas médicas no programadas por la misma causa.
No cabe duda de que el asma es más severo en los adultos; no obstante, los niños consumen más recursos de salud debido al asma, probablemente por la mayor preocupación de los padres.
En 2004, el 20% de los adultos y el 23% de los niños fueron hospitalizados debido al asma; el 37% y el 53%, respectivamente, habían visitado un servicio de emergencias; y el 44% y el 59%, respectivamente, habían realizado visitas médicas no programadas por la misma causa.
En cuanto a los costos indirectos, durante el año previo se detectó el 31% de ausentismo laboral y el 58% de ausentismo escolar.
En los pacientes >5 años, la prueba diagnóstica es la espirometría con el test de reversibilidad. A pesar de esto, en 2003 se encontró que en el 53% de los pacientes nunca se había realizado una espirometría.
El estudio AIRLA incluyó pacientes de 4 años de edad en adelante, pero no más del 3% tenía menos de 5 años; por lo que en aproximadamente la mitad de la población no se había realizado una espirometría cuando estaba claramente indicada.
En 2003, globalmente, el 54% de la población asmática sólo recibía medicación de rescate; el 6% estaba con corticoides inhalatorios y el 4% con una combinación. Este patrón terapéutico explica la elevada frecuencia de exacerbaciones, hospitalizaciones y visitas de emergencia.
En comparación con los objetivos GINA, el 58% de los pacientes asmáticos de América latina había tenido una visita de emergencia, cuando el objetivo era no tenerlas; el 70% usaba medicación de alivio rápido, cuando el objetivo era una mínima necesidad de la misma; el 53% nunca se había hecho una espirometría, y sólo el 3% tuvo un medidor de flujo espiratorio máximo.
El estudio AIM se desarrolló en 2011 sobre 51.208 hogares —24.495 de México, 16.321 de la Argentina, 4545 de Brasil, 3654 de Venezuela y 2193 de Puerto Rico— detectándose 2169 casos de asma diagnosticados por un médico.
La entrevista personal sobre medicación y ataques de asma durante el año previo fue respondida por el propio paciente, o por los padres de los adolescentes (de 12 a 17 años). No se trató de un estudio de prevalencia, sino de diagnóstico y manejo de la enfermedad.
Durante las 4 semanas previas (un dato similar al del estudio ACT), el 56% de los pacientes había experimentado síntomas diurnos, el 47% síntomas nocturnos, el 34% síntomas durante el ejercicio, y el 36% había estado asintomático.
El 37% de los pacientes refirió episodios con disnea en reposo durante el año previo, el 20% episodios con dificultad para hablar, y el 39% frecuentes interrupciones del sueño por los síntomas asmáticos (González Díaz, Máspero, Jardim, Aranda & Tassinari, 2011).
Con respecto a las medidas más objetivas de inadecuado control de la enfermedad la proporción de pacientes hospitalizados por asma en 2010 fue del 23% (en 2003 había sido prácticamente idéntica [22%]) y la de pacientes que realizaron consultas de urgencia por asma fue del 44%.
Según la clasificación de control de los síntomas GINA de 2009, el 92% de los pacientes latinoamericanos no estaba controlado o parcialmente controlado. Pero el 60% de los pacientes refirió haber estado bien o completamente controlado durante las 4 semanas previas. Esta discrepancia sugiere que los pacientes asmáticos desconocieron que su enfermedad podría estar mejor controlada.
Igual que en 2003, a sólo el 50% de los pacientes con asma se había realizado alguna vez una espirometría. Esto indica que se debe insistir en la educación de post-grado para que los pacientes asmáticos sean adecuadamente evaluados.
Durante las 4 semanas previas, el 63% había usado medicación para alivio rápido y el 40% medicación de control. Esta última observación podría representar una notable mejoría respecto de la situación de 2003, pero hay que tener en cuenta que los estudios tuvieron un diseño distinto: en AIRLA sólo se incluyó medicación inhalatoria en esta categoría; mientras que en AIM se agregó la medicación oral.
Durante el año previo el ausentismo laboral o escolar había sido del 40%.
Respecto al impacto del asma sobre la productividad —un nuevo concepto incorporado en el estudio AIM— se observó una reducción del 30% en la productividad en el peor día (por los síntomas del asma) en relación con un día típico.
La comparación de los resultados AIRLA y AIM indica que queda un largo camino por recorrer para mejorar el control del asma en América latina.
También se analizó el uso no programado de recursos de salud por los pacientes asmáticos (Neffen H, González, Fritscher, Dovali & Williams, 2010); es decir, las consecuencias de no controlar el asma.
El 44% de los pacientes estaba bien controlado y el 7% completamente controlado según la puntuación ACT.
Se observó que los pacientes utilizaban más recursos de salud de manera no programada cuanto peor controlada estaba su enfermedad. (2)
Los pacientes que no estaban bien controlados (la mitad) utilizaron el doble de recursos, incluyendo consultas al servicio de emergencias y hospitalizaciones.
Si se consideran en conjunto los costos de atención programada y no programada se observa que los pacientes con puntuación ACT de 5 a 14 puntos (los peor controlados) consumen cerca de 900 dólares al año, promedio, contra 228 dólares, promedio, en el caso de los pacientes con puntuación de 20 a 25 (bien controlados). (2)
En conclusión, en América Latina:
• El control del asma no alcanza los objetivos internacionales de tratamiento en una considerable proporción de pacientes.
• El uso no programado de recursos sanitarios es máximo en los pacientes con síntomas persistentes severos. Sin embargo, los pacientes con síntomas leves también incurren en considerables costos sanitarios.
• El asma escasamente controlado se asocia con la utilización de recursos sanitarios no programados en más del doble, en comparación con la del asma bien controlado.
• La evaluación de los pacientes según su grado de control usando el ACT ofrece un enfoque simple que puede llevar a una reducción del uso de recursos de salud.
• Los regímenes terapéuticos que tienen por objetivo el buen control del asma —y lo logran— podrían disminuir la necesidad de atención no programada y el costo de la enfermedad.
Referencias
1- Neffen H, et al. Rev Panam Salud Pública 2005; 17 (3): 191-197