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Congreso AAAAI 2013 – Presentación pediátrica del angioedema hereditario (AEH) debido a la deficiencia del inhibidor C1
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Congreso AAAAI 2013 – Presentación pediátrica del angioedema hereditario (AEH) debido a la deficiencia del inhibidor C1

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17 Septiembre

AAAAI-Annual-meeting-2013

La American Academy of Allergy, Asthma & Immunology celebró en febrero su congreso anual. En el evento realizado en San Antonio, Texas (Estados Unidos), se analizó la presentación del angioedema hereditario (AEH) en niños como resultado de la carencia del  inhibidor C1.

El angioedema hereditario (AEH) con bajos niveles de inhibidor de C1 (INHC1) es una enfermedad clínicamente caracterizada por períodos impredecibles de inflamación recurrente que puede causar una morbilidad o incluso mortalidad significativa.

Aunque la gran mayoría de los pacientes con AEH se vuelve sintomática antes de los 20 años de edad es relativamente escaso el conocimiento que se tiene sobre el AEH pediátrico vs. el del adulto.

A pesar de que los ataques son a menudo menos frecuentes o graves en niños los ataques laríngeos que representan una amenaza para la vida pueden ocurrir a cualquier edad.

Diversos estudios han reportado un significativo retardo en el diagnóstico del AEH, lo cual contribuye con el incremento de la carga de la enfermedad.

Los objetivos del presente estudio fueron:

• Determinar la edad inicial del comienzo de los ataques del angioedema en una gran población de pacientes con AEH de Estados Unidos.
• Evaluar la relación entre la edad del inicio de los síntomas del angioedema y el tiempo de retardo en establecer el diagnóstico del AEH.
• Investigar la relación entre la edad del comienzo de los síntomas y la gravedad de los síntomas definitivos del AEH.

El estudio se llevó a cabo en colaboración con la Asociación de AEH de Estados Unidos.

El criterio de inclusión fue: tener un historial del AEH diagnosticado por un médico.

Los criterios de exclusión contemplaron: i) pacientes con AEH con INHC1 normal (AEH tipo III); ii) pacientes previamente tratados por el AEH con corticoides; iii) pacientes que manifestaron haber experimentado el primer síntoma del angioedema a la edad de 30 años o posteriormente —a menos que se tratara de pacientes que hubiesen participado en algún ensayo clínico patrocinado por alguna compañía farmacéutica—.

Los puntos finales del estudio fueron:

• Los pacientes en los que se reportó la edad en la que ocurrió el comienzo de los síntomas y el diagnóstico inicial.
• El número de ataques que se notificaron como ocurridos
durante el último año sin profilaxis a largo plazo.
• Los resultados se expresaron como la media ± error estándar (EE), o como la mediana con un rango intercuartil entre el 25% y el 75% (RIC).
• Para el análisis se emplearon métodos estadísticos no–paramétricos, incluyendo la prueba de Kruskal-Wallis para grupos múltiples y la prueba de Wilcoxon para dos grupos.
• En todos los casos se consideró significativo un valor p ?0,05. El análisis estadístico fue llevado a cabo usando el programa estadístico JMP 10 (SAS Institute Inc.)

Completaron el estudio 731 individuos. De este grupo se excluyeron 81 pacientes: 60 porque presentaron AEH con INHC1 normal, 6 por haber recibido corticoides para el tratamiento de los ataques de inflamación, y 15 por ser >30 años al momento de la aparición de los primeros síntomas de la enfermedad.

Por esta razón, en el análisis final se incluyeron 650 pacientes, en los cuales la edad promedio fue de 42,6 ± 13,3 años; 462 (71,1%) fueron mujeres y 188 (28,9%) hombres.

Se observa que en más de la mitad de los pacientes el comienzo de los síntomas ocurrió a los 12 años de edad o antes. En general, en la gran mayoría de los pacientes esto ocurrió hasta los 20 años, y en una minoría luego de esa edad.

Estos resultados se asemejaron a los reportados previamente por Bork y colaboradores en un estudio que involucró a 221 pacientes.

La gravedad de los síntomas de la enfermedad dependió claramente de la edad en la que se iniciaron, siendo el impacto mayor en los pacientes más jóvenes.

Al determinar el número de ataques por año existió una diferencia significativa (p <0,0001) entre los diferentes grupos etarios.

Para el grupo de pacientes de 0 a 6 años el promedio de ataques anuales fue de 43,2 con una mediana de 30.

En el grupo de 7 a 12 años el promedio fue de 31,7 y la mediana de 24.

En el grupo de 13 a 18 años el promedio fue de 23,6 y la mediana de 12.

Finalmente, para el grupo de ?19 años el promedio fue de 26,0 y la mediana de 12 ataques al año.

Cuando se compararon los datos entre los diferentes grupos se observó que las diferencias fueron significativas entre el grupo de 0 a 6 años y cada uno de los otros grupos (7 a 12 años, p <0,01; 13-18 años, p <0,0001; ?19, p <0,0001).

Entre el grupo de 7 a 12 años y el grupo de 13 a 18 años las diferencias fueron significativas (p <0.01), pero no fue así cuando se comparó con el grupo de ?19 años.

En último lugar, cuando se compararon entre sí los dos grupos de más edad (13 a 18 años vs. ?19 años) no existieron diferencias significativas en la gravedad de los síntomas.

Por otra parte, se mostró una elevada relación entre el inicio temprano de aparición de los síntomas y un retardo en el diagnóstico de la enfermedad (p <0,001).

Por ejemplo, se pudo estimar que en pacientes en los que los primeros síntomas aparecen durante el primer año de vida el diagnóstico adecuado tardará alrededor de 20 años.

Los resultados del impacto de la edad en la que se iniciaron los síntomas de la enfermedad sobre el retardo en su diagnóstico mostraron que para el grupo de pacientes de 0 a 6 años el promedio del retardo en el diagnóstico fue de 13,8 años con una mediana de 11 años.

En el grupo de 7 a 12 años el promedio del retardo fue de 12,1 años, y la mediana de 9 años.

En el grupo de 13 a 18 años el promedio fue de 7,9 años, y la mediana de 6 años.

Para el grupo de ?19 años el promedio fue de 8,4 años, y la mediana fue de 5 años de retardo en el diagnóstico.

No se observaron diferencias significativas entre los dos grupos de edades más jóvenes (0 a 6 años vs. 7 a 12 años), pero sí cuando se comparó el grupo más joven (0 a 6 años) con los dos grupos de mayor edad (13 a 18 años, p <0,0001; ?19 años, p <0,01).

Finalmente, cuando se compararon entre sí los dos grupos de más edad (13 a 18 años vs. ?19 años) no existieron diferencias significativas en el retardo en el diagnóstico.

Como conclusión, se puede decir que en la cohorte de pacientes con AEH evaluada en este estudio la mayoría de los pacientes manifestó los síntomas iniciales de la enfermedad durante la infancia.

Se mostró que la edad en la que comenzaron los síntomas estuvo inversamente relacionada, tanto a la gravedad de la enfermedad —evaluada sobre la base del número de ataques notificados al año— como al retardo en establecer su diagnóstico.

Estos hallazgos enfatizan la necesidad de que los médicos pediatras tengan en cuenta la posibilidad del AEH en niños con dolor abdominal recurrente y/o inflamación.

 

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