En el Congreso de la ADA de este año, realizado en New Orleans en junio de 2016, varias charlas presentaron opciones de tratamiento, secuencias y combinaciones para el manejo óptimo de la diabetes mellitus tipo 2.
Hace tiempo que la metformina está reconocida como el tratamiento farmacológico de preferencia en primera línea para la diabetes mellitus tipo 2. Sin embargo, cuando no existe un control adecuado de los niveles de glucosa es necesario combinarla con otros antidiabéticos orales y/o utilizar insulina. La conferencia denominada “La insulina es la alternativa más segura de agregar después de metformina” fue la charla presentada por la doctora Alice Y Cheng, Endocrinologist at Trillium Health Partners in Mississauga and St. Michael’s Hospital in Toronto, Canadá. Se debatieron aspectos relacionados con la seguridad ya comprobados de insulina (uso a largo plazo, seguridad cardiovascular, malignidades y daño orgánico).
Se presentaron resultados del ensayo ORIGIN (Outcome Reduction with Initial Glargine Intervention) un estudio de 6.2 años de duración que demostró que la insulina glargina no tuvo ningún impacto positivo ni negativo estadísticamente significativo en los resultados cardiovasculares en comparación con el tratamiento estándar durante el período del estudio. Los resultados también demostraron que la insulina glargina retrasó la progresión de prediabetes a diabetes mellitus de tipo 2 y no se observó ninguna asociación entre el uso de insulina glargina y un incremento del riesgo de presentar cualquier cáncer. Además, la hipoglucemia no severa no estuvo relacionada con los eventos cardiovasculares y la hipoglucemia severa tuvo una asociación más fuerte con los eventos cardiovasculares en el grupo de tratamiento estándar en comparación con el grupo con insulina glargina. De Fronzo RA, et al., describió a la diabetes mellitus tipo 2 como un desorden metabólico caracterizado por una hiperglucemia crónica que se produce por alteraciones en diversos sistemas que producen una disfunción de las células beta del páncreas.
La insulina basal es el agente más efectivo para reducir la glucosa en ayunas pero está asociada con hipoglucemia y ganancia de peso. Una posibilidad es combinarla con un inhibidor de la DPP-4 que disminuyen los niveles de glucosa sin efecto intrínseco de hipoglucemia o ganancia de peso (es decir, neutral con respecto al peso). Otra opción es agregar un inhibidor de SGLT-2 que disminuyen tanto la glucosa en ayunas como la posprandial sin un efecto intrínseco para provocar hipoglucemia mientras promueve la pérdida de peso. Funcionan en forma dependiente de la insulina. Esta opción podría lograr una reducción de la HbA1c y pérdida de peso con un posible riesgo de un mayor hipoglucemia e infecciones micóticas genitales. En conclusión, la insulina es un medicamento probado y evaluado, soluciona un defecto central en la diabetes mellitus tipo 2, es segura y efectiva. Es necesario el uso de dosis baja cuando se usa en forma temprana , tiene un posible beneficio en las células beta y se incorpora y combina con muchas opciones que reducirán los efectos adversos de la insulina.