La prevención del VPH en regiones en vías de desarrollo fue uno de los temas abordados en el último congreso mundial de la Federación Internacional de Ginecobstetricia (FIGO 2012), realizado en Roma, Italia.
Seguramente, dentro de este siglo XXI se podrán erradicar completamente los cánceres vinculados con el VPH solamente en la medida en la que se pueda combinar adecuadamente esta nueva e increíble herramienta de prevención con los métodos de screening en todos los individuos que lo requieran.
Es importante recalcar que en los países elegibles para la Alianza GAVI para la administración de las vacunas contra el VPH en los últimos años se ha observado un importante crecimiento en el número de casos de cáncer cervical, tanto en valores absolutos como en números relativos (representaban el 80% del total de casos de cáncer cervical del mundo en 2008, y se estima que pasarán a tener el 98% del total en 2013).
Esto refuerza la idea de que el mejor tratamiento es contar con un buen programa de screening. Por otra parte, indica que no solamente más mujeres morirán, sino que tendrán una muerte inhumana.
Si se mira desde el prisma de la productividad la situación no es menos dramática: los años de vida perdidos debido al cáncer cervical en América latina y el Caribe representan más que los reportados para otras enfermedades, incluyendo SIDA, tuberculosis, cáncer de mama o de pulmón y patología materna.
En el África subsahariana y en el centro-oeste asiático el cáncer cervical causa mayor pérdida de años de vida que cualquier otro cáncer. Además, hay que recalcar que alrededor del 75% de la producción mundial de alimentos depende del trabajo de las mujeres.
En 2009, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió una comunicación en la que estableció que la vacunación contra el VPH debía ser incluida en todos los programas nacionales de inmunización.
La OMS determinó que la prevención de las enfermedades relacionadas con el VPH constituyen una prioridad de la salud pública, y que los países tenían que garantizar que la introducción de la vacuna fuera programáticamente factible, y asegurar el sostenimiento financiero de las campañas.
Cada país debe considerar la costo-efectividad de la vacunación contra el VPH. En abril de 2012, la Alianza GAVI invitó a los 57 países más pobres para asociarse y lograr un soporte para la introducción de la vacunación contra el VPH debiendo demostrar la factibilidad y la sustentabilidad de los programas.
La implementación de un programa de inmunización contra el VPH implica varios desafíos. El primero es la necesidad de alcanzar la mayor proporción posible de adolescentes mujeres. En segundo lugar, se debe combatir muchas veces contra una falta de apreciación por parte de la población sobre la relación entre la infección por el VPH y el desarrollo del cáncer cervical. También se debe valorar que no se prioriza de la misma manera la salud de las mujeres en todos los países.
Muchas naciones no tienen la capacidad para evaluar la costo-efectividad de una estrategia de inmunización determinada.
Finalmente, es una realidad que la vacunación contra el VPH debe competir con otros desafíos para la salud pública, como las vacunas conjugadas neumocócicas o las vacunas contra el rotavirus.
Es indudable que se necesitan datos basados en la experiencia de la práctica clínica cotidiana. Con esa expectativa fueron desarrolladas algunas iniciativas, como el programa PATH, llevado a cabo en India, Perú y Vietnam con la vacuna cuadrivalente, y en India y Uganda con la vacuna bivalente, y otros programas de menor escala incluidos en el Programa de Acceso a la Vacuna cuadrivalente.
Esta experiencia ha enseñado que, en términos de cobertura, los programas basados en la escuela fueron mucho más eficaces que los que se basaron en la edad (82%- 100% vs. 68%-88%).
Otro aspecto fundamental es la aceptación de la vacunación por parte de los padres. La aceptación aumenta en la medida que los padres sepan que la vacuna protege contra el cáncer cervical y que, por lo tanto, es buena para la futura salud de sus hijas.
Numerosos programas de vacunación de pequeña escala contra el VPH han demostrado que la inmunización es factible en países de escasos recursos, incluso logrando elevadas tasas de cobertura: Bolivia 96%, Camerún 84%, Leshoto 93%, Nepal 98%, entre otros.
Incluso en dos países de muy bajos recursos se demostró la eficacia de programas nacionales de vacunación contra el VPH. Bhutan fue el primer país de bajos recursos en introducir la inmunización contra el VPH en el Programa Nacional de Inmunización que se desarrolló a través de una alianza entre el Ministerio de Salud, la Australian Cervical Cancer Foundation y el laboratorio MSD.
MSD proveyó gratis la vacuna cuadrivalente durante el primer año; y en adelante a precio reducido. La fundación aportó esa vacuna durante los siguientes 5 años y el gobierno desarrolló planes para financiar el programa luego de finalizado el convenio.
El programa fue íntegramente basado en la escuela, vacunándose las niñas de 12-13 años, con una cohorte de captura a los 13–18 años durante el primer año.
La tasa de cobertura del programa fue muy elevada: 92%, indudablemente debido al compromiso político alcanzado.
Ruanda también llevó a cabo un programa muy exitoso a partir de un compromiso desarrollado por el gobierno, MSD y algunos actores internacionales (OMS, UNICEF, USAID). El programa, basado en la escuela alcanzó una cobertura del 93%.
El desafío pendiente es de qué manera se puede implementar la vacunación contra el VPH en todos los países incorporándola a los programas locales de inmunización.
La vacuna cuadrivalente se encuentra aprobada en 127 países, incluidos los 24 países elegibles para la Alianza GAVI.
Sin embargo, sólo 44 naciones la incluyeron en sus programas nacionales.
Por supuesto todavía persisten muchos desafíos que se deben vencer. Para la introducción de la vacuna contra el VPH es necesario: i) continuar con la educación acerca de la prevención del VPH; iii) desarrollar estrategias para la prevención del cáncer cervical que tengan en consideración las capacidades y recursos de cada país; iii) respetar las sensibilidades culturales de cada región.
Es verdad que en los países de bajos recursos hay muchas limitaciones para el desarrollo de estrategias de prevención basadas en el screening, pero según lo demostraron algunas naciones estas barreras no deben ser consideradas infranqueables.