En el mes de marzo se llevó a cabo el European Congress on Osteoporosis & Osteoarthritis 2011. En el evento realizado en Valencia, España, se analizó el deterioro musculoesquelético en los adultos mayores.
Un factor que contribuye al envejecimiento del sistema musculoesquelético son las morbilidades, como la osteoporosis y la sarcopenia, las que llevan a la pérdida degenerativa de masa muscular y fuerza. La mejora de la función musculoesquelética es uno de los cinco objetivos globales establecidos para optimizar la salud y la calidad de vida. La osteoporosis y la osteoartritis son claves en el desarrollo de las enfermedades que afectan tanto a los músculos como al sistema óseo.
En relación con la osteoporosis, se ha constatado que 1 de cada 2 mujeres que alcanza los cincuenta años tiene riesgo de fractura, mientras que en hombres de la misma edad el riesgo es de 1 en cada 5. Las fracturas asociadas a la osteoporosis generan un alto costo para la salud pública; en Europa estos eventos generan un costo de aproximadamente 31 mil millones de euros. La mayor parte de este gasto se debe a hospitalizaciones y a terapias de rehabilitación post-fracturas de cadera. Es importante remarcar que la falta de fuerza y disfunción muscular son componentes claves que contribuyen a que los pacientes no obtengan buenos resultados de la rehabilitación.
Es importante tener en cuenta que existen variaciones geográficas en la incidencia de fractura de cadera relacionada con la osteoporosis. Las diferencias observadas entre los países del norte y del sur de Europa pueden ser de hasta el doble, debido a que existen diferencias en términos de densidad mineral ósea, función muscular e incluso en incidencia de caídas.
La tasa de incidencia de fractura de cadera ajustada por edad ha empezado a estabilizarse en el último siglo. Estos cambios se han apreciado en Europa, América del Norte, Oceanía y Asia, pero no guardan ningún tipo de relación con las tendencias seculares de densidad ósea, aunque sí podrían estar relacionados con las alteraciones observadas en el nivel de capacidad de función muscular de la población geriátrica.
Se espera que el número de fracturas aumente en relación con el envejecimiento de la población, independientemente del lugar del mundo, siendo las cifras más elevadas en Asia, América Latina, África y el Medio Oriente.
Además de la importancia de conocer el sistema óseo (arquitectura ósea, densidad mineral ósea, recambio óseo, etc.), también es importante conocer sobre el sistema muscular. Se sabe que tanto la masa como la fuerza muscular alcanzan su nivel máximo de desarrollo prácticamente al mismo tiempo que la densidad de la masa ósea. No obstante, existen variaciones entre un individuo y otro en términos de pérdida de masa y fuerza muscular, en especial durante las etapas de edad adulta y avanzada. Esto se debe en gran medida a la pérdida de la función de las células musculares y a la disminución en la expresión de las mismas. (1)
A partir de los 50 años los individuos presentan una pérdida de masa muscular de 1% a 2% por año y una pérdida de fuerza muscular de 1.5% a 3% por año. Los hombres, quienes alcanzan un nivel de fuerza muscular mayor en comparación con las mujeres, tienden a presentar una mayor pérdida de la fuerza muscular. Por otro lado, se observa que el sedentarismo es un factor de riesgo importante de esta pérdida.
En Europa se propuso que el criterio diagnóstico de sarcopenia deberá basarse en la presencia de una baja masa muscular más una baja fuerza muscular o un bajo rendimiento físico. Se estima que estos tres componentes deberán formar parte del sistema de clasificación.
El algoritmo europeo para el diagnóstico de sarcopenia utilizado en adultos mayores de 65 años consiste en la medición de la velocidad de la marcha y, de acuerdo al resultado obtenido, se prosigue con la medición de la fuerza de la mano o de la masa muscular. (2)
Las metodologías utilizadas para medir la sarcopenia en el ámbito de la investigación incluyen el uso de imágenes por resonancia nuclear magnética (MRI), tomografía axial computarizada, absorciometría de rayos X de energía dual (DXA) y el análisis de impedancia bioeléctrica (BIA). En la práctica clínica se utiliza BIA, DXA y antropometría, además del algoritmo antes mencionado y la batería de rendimiento físico SPPB (Short Physical Performance Battery).
El uso de estas distintas metodologías en diferentes muestras poblacionales durante los últimos 20 años ha permitido calcular la tasa de prevalencia de sarcopenia con mayor precisión a través de los años. En 1998, en Nuevo México, el método BIA indicó que el 50% de los hombres sobre los 80 años tenía sarcopenia. Más recientemente, en el año 2010 en el Reino Unido, se constató que el 4.1% de los hombres y el 8.5% de las mujeres entre 60 y 75 años presentaban esta condición. Adicionalmente, en el año 2004 una encuesta nacional realizada en Estados Unidos reveló que la sarcopenia producía un gasto anual de 18 billones de dólares.
La fuerza muscular es un predictor importante de mortalidad y de calidad de vida. Se ha podido constatar que a menor fuerza muscular (evaluada mediante test de fuerza manual), menor es el tiempo de sobrevida del paciente. Asimismo, se observa que a menor quintil de fuerza manual, menor es el funcionamiento físico y estado de salud general del paciente. (3)
Otros factores que determinan la masa y fuerza muscular son la edad, el género, el tamaño corporal, la presencia de comorbilidades y la actividad física. Por otro lado, los estudios epidemiológicos han demostrado que ciertos aspectos fisiológicos están correlacionados con la presencia de sarcopenia, entre ellos la función endocrina, niveles de ciertas citoquinas, algunos marcadores genéticos y ciertos aspectos nutricionales como la vitamina D.
Estudios han demostrado que existe una correlación entre ciertos aspectos del desarrollo fetal que pueden influir sobre la fuerza muscular. Por ejemplo, se ha constatado que el bajo peso de nacimiento se asocia a una menor fuerza muscular en edad madura. Esto deja en evidencia que el desarrollo in útero es importante para el futuro del individuo, pudiendo influir sobre la expresión genética y, de este modo, predisponiendo al individuo al desarrollo de ciertas patologías. De modo que tanto el tamaño como el funcionamiento muscular, los cuales a su vez se asocian al tamaño y la densidad ósea, tendrían su origen en el desarrollo fetal. (4)
Los resultados preliminares de un estudio de intervención realizado en el Reino Unido indican que la actividad física (ejercicio aeróbico y cardiovascular) permite mejorar tanto la fuerza como la resistencia muscular de pacientes en edad avanzada. Luego de un programa de ejercicios de tan sólo 12 semanas se constató una disminución significativa del peso corporal y una mejora en la circunferencia de cintura. (5 , 6)
Adicionalmente, se observó que el grupo de pacientes intervenidos presentó una disminución significativa en el nivel de lípidos intramiocelulares.
En conclusión, el deterioro de la función musculoesquelética se hace evidente con el envejecimiento y ambos contribuyen a la morbilidad. La carga epidemiológica de la osteoporosis y la fractura es bien conocida. Es necesario estudiar en mayor profundidad la descripción epidemiológica y los factores de riesgo de la sarcopenia. Se estima importante realizar estudios en poblaciones de edad avanzada para determinar la efectividad de terapias basadas en la actividad física, regímenes dietéticos y el uso de fármacos para el tratamiento de la sarcopenia.
Referencias:
1- Sayer AA, et Al. J Nutr Health Aging. 2008 Aug-Sep;12(7):427-32.
2-Cruz-Jentoft AJ, et al. Age Ageing. 2010 Jul;39(4):412-23. Epub 2010 Apr 13.
3- Sayer AA, et al. Age Ageing. 2006 Jul;35(4):409-15. Epub 2006 May 11.
4-Kuh D, et al. Am. J. Epidemiol. (2002) 156(7): 627-633
5-Finucane F, et al. BMC Endocr Disord. 2009 Jun 19;9:15.
6-Finucane FM, et al. Diabetologia. 2010 Apr;53(4):624-31. Epub 2010 Jan 6.
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