Entre el 30 de octubre y el 4 de noviembre se llevó a cabo la reunión CHEST 2010, del American College of Chest Physicians. En la cita, con sede en Vancouver, Canadá, la Dra. Sara L. Merwin, Investigadora Asociada y miembro de la Sección de Medicina Hospitalaria del Hospital Universitario North Shore de Manhasset, Nueva York, Estados Unidos expuso sobre el rol de la educación en la profilaxis del tromboembolismo venoso. “La medición, el monitoreo, la evaluación y el sostenimiento de los esfuerzos son todas estrategias que mejorarán la educación para la profilaxis en el TEV”, dijo en su presentación.
La profilaxis del TEV es considerada un imperativo de calidad de atención médica; para la cual distintas asociaciones médicas han implementado variadas estrategias para incrementarla.
En una revisión sistemática de 105 estudios se observó que las técnicas múltiples de educación se mostraron más efectivas que las estrategias únicas en el impacto de los programas de educación sobre la actuación práctica de los médicos. Cuantos más cursos realicen los médicos sobre profilaxis para TEV mejor será el resultado en la práctica clínica, ya que no son adecuados los métodos de educación sólo basados en material impreso.
Las técnicas menos efectivas de educación han sido: la educación didáctica, la distribución de guías clínicas, los materiales audiovisuales y otros productos electrónicos.
En cambio, las más efectivas fueron: la educación interactiva, la educación secuencial; la opinión de líderes; las auditorías y la devolución de sus resultados; y los sistemas computadorizados de asistencia a los médicos.
En la respuesta a los métodos de educación influencian diferentes factores, tales como las sanciones o los premios, los mandatos, el tipo de aprendizaje, la cultura del hospital y los cambios de organización. Un solo aspecto de la educación no se ajusta a todos los médicos.
La integración de nueva información depende del estilo de enseñanza y, por lo tanto, las nuevas intervenciones deben ser transmitidas según las perspectivas de los médicos. En general, la experiencia es más educativa que la evidencia.
Las visitas educacionales solas o combinadas con otras intervenciones tienen efecto en las prescripciones, que son relativamente consistentes y modestas pero potencialmente importantes. En una amplia variedad de condiciones se ha demostrado que para mejorar el proceso y los resultados son necesarios los entrenamientos, los guiones de simulación y el rol play.
Los factores humanos que influencian estas técnicas están relacionados con el establecimiento de una buena empatía, inclusión en el diálogo y en la estimulación del pensamiento crítico.
Las estrategias que resultan en una educación satisfactoria son:
• La educación empírica:
– la combinación de diferentes estrategias;
– la adaptación a distintos estilos de aprendizaje;
– la acomodación a diferentes especialidades, departamentos y niveles médicos.
• La educación sostenida que refuerce el mensaje:
– las intervenciones repetidas;
– la documentación y los procesos de seguimiento;
– las auditorias y la devolución de sus resultados.
• La integración con iniciativa:
– los cambios estructurales y la protocolización.
Las estrategias que han mejorado la implementación de la profilaxis para el TEV incluyen: las alertas electrónicas, los sistemas de soporte para la toma de decisiones y las exposiciones académicas.
La educación es la clave para cualquier programa exitoso de prevención del TEV.
Lo importante es encontrar el mejor modelo combinado educacional que se adapte a la institución.
En un estudio prospectivo, la introducción de una simple evaluación del riesgo de TEV —adicionada a un menú de estrategia de profilaxis preferida— demostró poder para incrementar la administración de profilaxis al 100% de los pacientes en un período de 2 años de implementación.
Dos estudios para la prevención del TEV en humanos se llevaron a cabo con alertas que utilizaron métodos validados de evaluación del riesgo del TEV.
Los médicos y los pacientes fueron aleatoriamente asignados a la intervención (con alerta) o la no–intervención (sin alerta). A las 48 horas se evaluaron las órdenes de prescripción de profilaxis (cambio de actitud) y a los 90 días se evaluó la evolución de los pacientes (muerte, tromboembolismo y sangrado) para medir la eficacia de la profilaxis.
Los resultados mostraron que el grupo asignado a la alerta tuvo significativamente más indicación de profilaxis, tanto mecánica como farmacológica. (Piazza, Circulation 2009; 119: 2196-2201)
En un estudio realizado en el Centro North Shore se evaluó la hipótesis de que los médicos resistirían la intervención después del alta hospitalaria.
Los resultados mostraron que el 71% de los médicos aceptó la intervención. La respuesta varió según la especialidad de los médicos entrevistados. Los internistas y los oncólogos fueron los que mostraron mayor tasa de aceptación, comparados con los cardiólogos y los residentes.
En resumen, los métodos educacionales más exitosos para la prevención del TEV son las intervenciones multifactoriales y las electrónicas.
La educación debe adaptarse a la especialidad de los médicos a la que está dirigida; y será necesario estructurar el programa según los diferentes tipos de alumnos.
La medición, el monitoreo, la evaluación y el sostenimiento de los esfuerzos son todas estrategias que mejorarán la educación para la profilaxis en el TEV.