En el mes de septiembre se llevó a cabo en Barcelona el Congreso Anual 2010 de la European Respiratory Society (ERS). En la ciudad española, el Dr. Luke Clancy, del Research Institute for a Tobacco Free Society, de Dublín, Irlanda, realizó una breve exposición sobre el tabaquismo, sus señales y la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC).
Según una encuesta recientemente publicada por la OMS la tasa del tabaquismo en 27 países de la Unión Europea alcanza al 29%, y es algo mayor en los hombres (35%) que en las mujeres (25%). De todos modos, la situación no es homogénea, y se observan diferencias en cuanto a las tasas de tabaquismo en los diversos países. Algunos, como Austria, tienen tasas que alcanzan al 50%, con igual proporción para los hombres y las mujeres, y otros exhiben tasas mucho menores, y con evidente diferencia entre ambos géneros (WHO, Smoking Prevalence Statistics. August 2009).
El uso de tabaco es la principal causa prevenible de muerte en el mundo. Se estima que cada año mueren 655.000 personas como consecuencia del tabaquismo. Existe un incremento de dos veces en la tasa de muerte en la media de la edad (35-69 años) en los individuos fumadores, en comparación con los sujetos no fumadores.
El tabaquismo no es una enfermedad en sí, pero constituye un importante factor de riesgo para 6 de las 8 principales causas de muerte en el mundo: i) enfermedad isquémica cardíaca; ii) enfermedad cerebrovascular; iii) infecciones respiratorias inferiores; iv) tuberculosis; v) cáncer de tráquea, bronquios y pulmón; vi) enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Según se manifiesta en las Guías de la Sociedad Estadounidense de Tórax (2004) para el manejo de la EPOC, el hábito tabáquico, por lejos, es el más importante factor de riesgo para el desarrollo de la EPOC.
No se sabe con exactitud qué proporción de los fumadores desarrollará EPOC (¿15%-20%? ¿50%?); pero sí se sabe que el tabaquismo es responsable del 80% de los casos de la EPOC.
En un estudio europeo (Scanlon, Am J Respir Crit Care Med 2000; 161: 381-90) se vio que el 72% de las muertes relacionadas con la EPOC en hombres y el 50% en mujeres fueron debidas al hábito tabáquico. La tasa de declinación de la función pulmonar es dos veces más rápida en fumadores que en ex–fumadores.
Es importante reconocer que la EPOC es un verdadero problema en todo el mundo. Afecta a casi 600 millones de personas, y causa más de 2.2 millones de muertes cada año. En Europa, la EPOC afecta al 4%-6% de la población adulta, y es la cuarta causa de muerte. Es una enfermedad más costosa que el asma y, según el país, entre el 50% y el 75% de los costos está asociado con las exacerbaciones.
La patogénesis de la EPOC es muy compleja, y no se descarta que en la misma participe una determinada predisposición genética. En su patogénesis está involucrada una amplia variedad de procesos: inflamación, apoptosis celular, alteración en el programa de mantenimiento alveolar a nivel celular y molecular, anormal reparación celular, destrucción de la matriz extracelular y estrés oxidativo. Todos se combinan de diferente forma para dar lugar a la aparición y progresión de la EPOC.
Las manifestaciones clínicas de la EPOC son principalmente locales (disminución del VEF1 e hiperinsuflación pulmonar, con limitación de la capacidad ventilatoria y disnea), lo cual lleva a la afectación en la capacidad de realizar las actividades cotidianas, aunque también hay un proceso de orden sistémico, con aumento de la inflamación, estrés oxidativo, anorexia y malnutrición con disfunción muscular periférica. Todo esto lleva a la reducción de la tolerancia al ejercicio y a la declinación de la calidad de vida. (Adaptado de: Dourado, et al. J Bras Pneumol 2006; 32: 161-171).
Ha sido extensamente investigado el daño que puede producir el tabaquismo, incluso sobre sujetos no fumadores. La exposición ambiental al humo de la combustión del tabaco aumenta el riesgo de EPOC, tanto si se produce en el hogar (OR 1.55, IC 95% 1.90-2.21) como en el ámbito laboral (OR 1.36, IC 95% 1.002-1.84). Los mayores niveles de exposición al humo del tabaco en el ambiente están asociados con mayor severidad de la EPOC (Elsner, BMC Pulm Med 2006; 6:12).
Este efecto indirecto del tabaco sobre los no fumadores ha sido extensamente estudiado y denominado humo de segunda mano.
El riesgo de desarrollar EPOC aumenta con la edad, especialmente en los sujetos fumadores, pero también en las personas no fumadoras pero expuestas al humo ambiental; es decir, sobre los fumadores pasivos. (Pelkonen M, et al. Chest 2006; 130: 1129-1137).
La Sociedad Respiratoria Europea (ERS) ha tomado este tema muy seriamente creando, entre otras actividades, un comité asesor especializado, diseñando normas y desarrollando programas de educación.
En una encuesta que realizó la ERS se consultó a los especialistas acerca de su rol en el cese del hábito tabáquico de los pacientes; y más del 95% de los profesionales consideró que ellos mismos tienen un rol relevante en el intento de lograr que sus pacientes dejen el hábito. Sin embargo, menos del 40% de los especialistas que respondieron la encuesta habían recibido algún tipo de entrenamiento formal acerca de los abordajes para el cese tabáquico.
El abandono del hábito de fumar se asoció con numerosos beneficios: mejoría de la función pulmonar, reducción de los síntomas (36% menos de tos, 28% menos de expectoración y 23% menos de sibilancias), y, lo más importante, 60% menos en la tasa de exacerbación y en el riesgo de hospitalización.
La tasa de declinación de la función pulmonar en pacientes que han dejado de fumar es similar a la observada en sujetos que nunca fumaron, siendo considerablemente menor que la de los fumadores.
La función pulmonar mejora particularmente durante el primer año de abandono del hábito. El cese tabáquico es beneficioso en todos los pacientes, independientemente del estadio de la enfermedad respiratoria.
En un estudio realizado en Estados Unidos (Scanion, Am J Respir Crit Care Med 2000; 161: 381-390) se realizó un seguimiento de la función pulmonar durante el primer año de abandono del hábito tabáquico en una cohorte de pacientes, y se la comparó con la de un grupo de sujetos que continuaron fumando, observándose un claro beneficio sobre la función pulmonar debido al abandono del hábito.
La posterior recaída, si bien se acompañó con declinación en la función pulmonar, fue superior a la de la cohorte que continuó con el hábito. Cuando se compararon los hombres con las mujeres, se observó que ellas presentaron más rápida declinación de la función pulmonar, sugiriendo que podrían ser más sensibles que los hombres a los efectos nocivos del tabaco. No obstante, cuando abandonaron el hábito presentaron una más rápida recuperación del VEF1 (Connet, Am J Epidemiol 2003; 157: 973-9).
En resumen, el tabaquismo es la principal causa de la EPOC y promueve la progresión de la enfermedad respiratoria.
Por lo tanto, existe una real urgencia para que los pacientes con EPOC dejen el hábito de fumar. La dependencia al tabaco es una enfermedad que requiere tratamiento, y los médicos especialistas en neumonología tienen un rol fundamental en el manejo de esta enfermedad.