Dr. Pedro Becker Rencoret
Jefe de Cirugía Cardiovascular y del Programa de Trasplante Cardíaco Red Salud UC
Coincidiendo con el reciente trasplante cardiaco del joven José Francisco Cruzat Solar, hermano de nuestro recordado “Felipe de Asís”, este sensible tema vuelve a estar en boca de muchos. ¿Cómo hacer para tener más donantes efectivos y permitir que más pacientes aquejados de enfermedades terminales puedan vivir más y en mejores condiciones? La modificación a la Ley que ahora hace “obligatorio” ser donante a los mayores de 18 años a menos que la persona manifieste (en algún documento) lo contrario, no parece haber sido de gran utilidad, como fue advertido por muchos de los que estamos involucrados en esta actividad. Las razones de esto es que mucha gente ahora se ha inscrito como no donantes y porque jamás un equipo médico va a someter a un paciente en muerte encefálica a la extracción de sus órganos si la familia del fallecido se opone.
Como actual responsable del Programa de Trasplante Cardiaco de mayor antigüedad del país y además Director de la Corporación del Trasplante, creo tener algo que aportar en esta discusión: El problema de fondo en relación a la voluntad de donar tiene que ver con creencias, que a mi juicio son equivocadas pero al fin de cuentas respetables, pero más importante que eso, creo que el motivo principal es la desconfianza y falta de conocimiento de la gente en relación a qué es la muerte encefálica, cómo se asignan los donantes a cada receptor y qué factibilidad real hay de que los equipos médicos puedan manipular dolosamente el sistema.
Por razones de espacio sólo daré la respuesta corta a estas preguntas: muerte hay una sola, si bien se puede morir por diversas causas; para efectos de la muerte encefálica puedo decir que es “equivalente” a ser decapitado. Los órganos se distribuyen de acuerdo a prioridades de antigüedad y gravedad de los receptores que conforman una lista única y trasparente, y los equipos que trabajan en unidades de cuidados intensivos se enteran por canales conocidos y serios de la existencia de los receptores potenciales, no a través de la televisión o los diarios. Por último, no es real que un equipo médico pueda inducir o facilitar la muerte de personas para que se transformen en donantes y nunca los equipos que van a estar involucrados en la extracción y trasplante de órganos participan, por reglamento, en la aproximación a la familia para solicitar los órganos.
El aumento que han tenido los trasplantes durante el al año 2011 nos llena de entusiasmo y pienso que ha sido principalmente por mejoras en la gestión gracias a la nueva entidad dedicada exclusivamente a los trasplantes y dependiente del Ministerio de Salud. Obviamente hay aún mucho terreno que ganar y parte de ello es aumentar la voluntad de donación y disminuir la negativa a donar. Pero creo que estos últimos se consiguen mejor con educación que con imposición. Al fin de cuentas, sin donantes no hay trasplantes.
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