Las células T surgen de su progenitor en la médula ósea, posteriormente migran al timo y se desarrollan en diferentes subpoblaciones celulares; algunas de las células T objetivo dentro de las técnicas de depleción son la subpoblación DN1-a y DN1-e ya que son las que darán paso a los linfocitos CD4+ y CD8+. Los diferentes mecanismos de expansión de las células T dan origen a la cascada de citocinas que generan la enfermedad injerto contra huésped (EICH), teniendo como resultado final la fibrosis en órganos y tejidos. Entre las principales manifestaciones clínicas de la EICH se encuentra el daño pulmonar (atelectasias), la esclerosis cutánea, las alteraciones en las uñas, la esteatosis esofágica, entre otras.
Las técnicas de depleción se usan para prevenir la EICH después de un trasplante de células troncales hematopoyéticas, estas técnicas se pueden dividir en dos tipos: ex vivo o in vivo (manipulada/no manipulada).
La técnica de depleción ex vivo generalmente se realiza con anticuerpos monoclonales o se seleccionan linfocitos específicos para ser removidos, mientras que la depleción de células T in vivo es a través de medios químicos, medicamentos o anticuerpos
Las diferentes modalidades de depleción se han ido desarrollando conforme se ha visto su eficacia y seguridad; la más usada actualmente es la depleción selectiva de linfocitos αb (TCRαb) y CD19+, permitiendo el desarrollo de linfocitos gd con capacidad innata antitumoral que facilitan el aloinjerto y no inician o intervienen en la EICH. Sin embargo, es conveniente considerar los factores propios que presenta cada paciente e individualizar el tratamiento a seguir.
